El nombre de Oncala procede seguramente de la toponimia ibero-vasca “On” es bueno y “Cala” pastizal. Su paisaje es ondulado y verde, modelado por el pastar durante siglos de las ovejas merinas
 
Sus grandes casas blasonadas, sus iglesias, su paisaje, su importancia económica durante los siglos XVI a XVIII se explican en gran parte por su tradición ganadera, el comercio de la fina lana de las merinas, la Mesta y la trashumancia.
 
Los pastores oncaleses, y los de toda la comarca, bajaban en invierno con sus rebaños de merinas a los pastos del Extremo por las cañadas, vías pecuarias trazadas desde las serranías del Norte de España hasta el Sur de la Península, amparados y protegidos en los privilegios del Real Concejo de la Mesta y regresaban a los frescos pastos de las sierras en verano.
 
Con la aparición de la manufactura del algodón, la pérdida de los privilegios de la Mesta y la decadencia del comercio de la lana comenzó su declive económico.
 

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